viernes, 8 de marzo de 2013

Por qué a los mapaches les gusta el cine

En general, pues no lo sé muy bien, lo que sí sé es por qué le gusta el cine a este mapache en particular...
Cuando era pequeño (en edad, que en tamaño aún lo sigo siendo) y llegaba la hora de dormir, mi habitación se inundaba de monstruos, sombras siniestras y crujidos extraños. Todo eso que tememos cuando somos pequeños y que, cuando nos hacemos adultos, vemos con la superioridad y la distancia que te da la edad.

El caso es que yo me deslizaba por el pasillo y llegaba hasta el salón, donde siempre estaba mi padre, con la televisión encendida. Algo debía de pasarle al cacharro ese, porque era llegar la noche y perdía el color. Sólo se veía en blanco y negro. "Es que es cine clásico" argumentaba el bueno de mi padre. Yo asentía, no entendía nada, pero tampoco me atrevía a comenzar un debate de por qué les molestaba el color a la gente del cine clásico, con que no me mandara para la cama me servía. 




Y así me tragué una tras otra, las grandes perlas del cine clásico, a través de un programa en el que había una serie de contertulios al principio y al final de cada película, que fumaban mucho y que empleaban términos como el fuera de campo, el arco de transformación de los personajes, el plano secuencia, para ensalzar las pelis que yo veía atónito,sin entender ni un ápice de por dónde iban los tiros.
Recuerdo muy bien el día que vimos Ciudadano Kane, en cuanto terminó, miré a mi padre y dije "un puto trineo" (ahora que lo pienso, no lo recuerdo tan bien. De haber dicho "puto trineo", mi padre me hubiera arrancado la cabeza... Es igual, no es un aspecto relevante). Efectivamente, no había entendido nada, pero entonces tenía 11 años y acababa de ver, sin pestañear, una película de 1941.

Este tipo de escenas se repitieron con películas de todo tipo: Sed de malEl crepúsculo de los dioses, Bienvenido Mister MarshallEl sur, que sin saberlo, habían empezado a crear en mí un gusto extraño por la falta de color, las conversaciones sesudas sobre tecnicismos audiovisuales y el tabaco (¡Maldita sea! sabía que de algún lado venía mi hábito tabaquicio, ahora lo entiendo todo. Tú, Garci, tú eres el responsable) 



 Con el tiempo descubrí a qué se referían aquellas palabrejas que había escuchado entre calada y calada. También entendí que no sólo en el blanco y negro está lo bueno y que tampoco en el cine tiempos pasados tienen por qué ser a la fuerza tiempos mejores, sino diferentes.

Me gusta esta historia porque espero que algún día yo sea ese señor que con infinita paciencia siente a un hijo suyo frente a la televisión (modo ausencia de color "on") intentando explicar que la escena del filete de Angel dice mucho más que un trozo de carne partido.  Él no entenderá nada, pero yo tampoco le obligaré a irse a dormir hasta que no acabe la película.





jueves, 7 de marzo de 2013

Un mapache piensa en correr

Los mapaches pensamos en correr. Sobre todo últimamente. Hace ya unos añitos que me dio por esto de las carreras populares los domingos por la mañana y resulta que se le va cogiendo gusto. Por muchas razones:
- Autosuperación : darte cuenta de que consigues bajar pulsaciones entre carrera y carrera (en concreto de las 250 pasas a las 230. Esto será bueno ¿no?)
- Superación familiar: intentar superar a un familiar/amigo a lo largo de la temporada (en mi caso lo logré en las primeras dos carreras... A partir de ahí caí en picado. No se puede empezar en la cima, amigos, la gloria es efímera)
-Prescripción médica: resulta que correr es bueno para bajar el colesterol, para adelgazar, para llevar una vida sexual favorable, para el cutis...
- Aliviar el estrés: aunque sea un tópico es verdad. Correr, bueno, el ejercicio físico en general, ayuda a que la cabeza se olvide un poco de rutinas: trabajo, facturas, el perro que se mea en el parqué...

En fin, que son excusas, como otras cualquiera, para encontrar atractivo algo que, a priori, sería una tortura. El caso es que poco a poco entras en el vicio del deporte, en la autosuperación,  en ponerte metas cada vez un poquito más difíciles. Hasta que llega el día, ese gran día, en el que te levantas y dices "me voy a  preparar  un maratón". ¡Toma ya! Yo ya voy por el segundo intento. El año pasado también tuve esta revelación y mi hazaña finalizó a las dos semanas, después de darme cuenta de que en mi balance anímico el "debe" de la pereza podía al "haber" de la motivación. Pero este año es diferente, ¿Por qué? ¿Acaso la motivación pesa más que la pereza? No. La razón es muy sencilla, este año me he apuntado desde el principio. He puesto los 50 pavazos que vale la inscripción (50 euros por correr 42 km un domingo por la mañana sí, eso da para otra entrada del blog). Y cuando hay 50 euretes en juego... Ahí la historia cambia. No los vas a tirar a la basura sin más, no, por lo menos los tiras mientras corres.

Así que en esas estamos. Intentando no fallar a mi inversión. Ya llevo 2 meses de entrenamiento y algo se nota, todavía intentó descubrir el qué exactamente. Este domingo la primera gran prueba para comprobar cómo estoy respecto al objetivo: Medio Maratón Ciudad Universitaria de Madrid