En general, pues no lo sé muy bien, lo que sí sé es por qué le gusta el cine a este mapache en particular...
Cuando era pequeño (en edad, que en tamaño aún lo sigo siendo) y llegaba la hora de dormir, mi habitación se inundaba de monstruos, sombras siniestras y crujidos extraños. Todo eso que tememos cuando somos pequeños y que, cuando nos hacemos adultos, vemos con la superioridad y la distancia que te da la edad.
El caso es que yo me deslizaba por el pasillo y llegaba hasta el salón, donde siempre estaba mi padre, con la televisión encendida. Algo debía de pasarle al cacharro ese, porque era llegar la noche y perdía el color. Sólo se veía en blanco y negro. "Es que es cine clásico" argumentaba el bueno de mi padre. Yo asentía, no entendía nada, pero tampoco me atrevía a comenzar un debate de por qué les molestaba el color a la gente del cine clásico, con que no me mandara para la cama me servía.
Y así me tragué una tras otra, las grandes perlas del cine clásico, a través de un programa en el que había una serie de contertulios al principio y al final de cada película, que fumaban mucho y que empleaban términos como el fuera de campo, el arco de transformación de los personajes, el plano secuencia, para ensalzar las pelis que yo veía atónito,sin entender ni un ápice de por dónde iban los tiros.
Recuerdo muy bien el día que vimos Ciudadano Kane, en cuanto terminó, miré a mi padre y dije "un puto trineo" (ahora que lo pienso, no lo recuerdo tan bien. De haber dicho "puto trineo", mi padre me hubiera arrancado la cabeza... Es igual, no es un aspecto relevante). Efectivamente, no había entendido nada, pero entonces tenía 11 años y acababa de ver, sin pestañear, una película de 1941.
Este tipo de escenas se repitieron con películas de todo tipo: Sed de mal, El crepúsculo de los dioses, Bienvenido Mister Marshall, El sur, que sin saberlo, habían empezado a crear en mí un gusto extraño por la falta de color, las conversaciones sesudas sobre tecnicismos audiovisuales y el tabaco (¡Maldita sea! sabía que de algún lado venía mi hábito tabaquicio, ahora lo entiendo todo. Tú, Garci, tú eres el responsable)

Me gusta esta historia porque espero que algún día yo sea ese señor que con infinita paciencia siente a un hijo suyo frente a la televisión (modo ausencia de color "on") intentando explicar que la escena del filete de Angel dice mucho más que un trozo de carne partido. Él no entenderá nada, pero yo tampoco le obligaré a irse a dormir hasta que no acabe la película.